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Qué tiene que ver la disfagia con la tercera edad

Las personas con disfagia deben tener especial atención y cuidado.

Del 16 al 22 % resulta la prevalencia de disfagia en personas mayores de 50 años.
Del 16 al 22 % resulta la prevalencia de disfagia en personas mayores de 50 años, de acuerdo con revista científica. Foto: referencial.

Las personas mayores, con el pasar del tiempo, se ven complicadas por la disminución de la independencia, esto lo genera normalmente el envejecimiento. Tal situación empuja a optar por asistencia de una familiar, profesional, o apoyo en general a domicilio.

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Entre las causas que más hacen a las personas dependientes destacan patologías de la talla del alzheimer y la demencia. A estas dos enfermedades se suma una no muy común: la disfagia, que complica el consumo de líquidos y alimentos.

Deriva conflictos como desnutrición, deshidratación, desencadena una sensación de atragantamiento en la persona; complica el proceso de beber o comer, es difícil tragar en este caso.

Cifras de disfagia en personas mayores

Del 16 al 22 % resulta la prevalencia de disfagia en personas mayores de 50 años, de acuerdo con la revista científica. Por su parte, en el caso de los habitantes en centros de larga estancia, se incrementa al alrededor del 60 y el 87 %.

La disfagia cobra vida en individuos de la tercera edad por cáncer de esófago, tumores en el cuello y la cabeza, accidentes cerebrovasculares, esclerosis múltiple. Igualmente, Parkinson, parálisis cerebral, demencia, demás trastornos neurológicos.

Al llegar a pasar un alimento a las vías respiratorias, en lugar de al esófago, puede provocar una obstrucción grave, así como una neumonía por aspiración o pérdida de peso pronunciada.

Atención y cuidado

Las personas con disfagia deben tener especial atención y cuidado; es importante evitar forzar la comida en su boca al no desear comer. Tampoco, resulta ideal hablar en el momento que come. Al contrario, hay que dejar fluir.

En el momento de tragar debe estar sentado recto y, en la misma medida, inclinar la barbilla hacia el pecho en el instante de tragar. La persona que esté ayudando, brindando el alimento, tendrá que situarse a la altura de su rostro para poder dar de comer de manera idónea.

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