El coronavirus sigue poniendo de cabeza la vida de Estados Unidos.
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Cuando parecía que se transitaba a una nueva normalidad, con la flexibilización de las medidas sanitarias, la disminución de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos a causa del COVID-19 y el aumento de la vacunación, apareció la variante Ómicron.
La nueva cepa se ha convertido en un dolor de cabeza para los gobiernos de muchos países.
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La variante, que fue detectada por primera vez en Sudáfrica, se caracteriza por propagarse con más rapidez e infectar más fácil a los individuos que ya se han inmunizado o a quienes han estado infectados previamente por otras mutaciones del virus.
Ómicron pone de cabeza a Estados Unidos
Estados Unidos, que se mantiene como el país más golpeado por el coronavirus registra 60.1 millones de contagios y casi 838 mil fallecimientos desde que comenzó la pandemia, además de que en los últimos 28 días se han contabilizado 10.12 millones de positivos, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins.
Cerca del colapso
Con estas cifras no es de extrañar que los hospitales y servicios básicos como el transporte público y la recolección de basura se encuentren al borde del colapso.
En diferentes puntos del país norteamericano se ilustran imágenes que muestran las consecuencias de Ómicron.
Diversos casos de problemas
Ambulancias que arriban a toda velocidad a los hospitales de Kansas, para después cambiar repentinamente de dirección porque se encuentran sin espacio; escasez de empleados en Nueva York y un aumento exponencial de enfermos de coronavirus, es la nueva realidad en Estados Unidos.
Pero eso no es todo. Las autoridades tuvieron que cerrar puntos de seguridad en la mayor terminal del Aeropuerto de Phoenix, y escuelas en toda la nación tienen mucho trabajo para hallar maestros para sus aulas.
“Esto realmente les recuerda a todos cuando el COVID-19 apareció por primera vez y hubo problemas muy grandes en cada parte de nuestra vida normal”, indicó Tom Cotter, director de respuestas de emergencia para Project HOPE, una organización global de salud sin fines de lucro. “Y la realidad desafortunada es que no hay forma de predecir lo que sucederá, hasta que subamos nuestros números globales de vacunación”, dijo.
Las graves situaciones se aprecian en diferentes lugares. En el condado de Johnson, en Kansas, los paramédicos se encuentran trabajando 80 horas a la semana. Las ambulancias frecuentemente cambian su curso, ante los hospitales desbordados; cuando encuentran un nosocomio con capacidad, los pacientes van a parar a las salas de espera, porque ya no hay camas disponibles.
La Autoridad Metropolitana de Transporte sostuvo que una quinta parte de los operadores y conductores del metro (cerca de mil 300 personas) han estado ausentes en los últimos días.
De esta forma, la variante Ómicron está pegando con fuerza a Estados Unidos, poniendo de cabeza al país más poderoso del mundo.