El envejecimiento también impacta nuestro equilibrio. Y es que en la medida que nos hacemos mayores, que pasamos la barrera de los 40 o 50 años, una serie de cambios en nuestro organismo intervienen en muchos aspectos de la salud, incluyendo la capacidad de mantener nuestro cuerpo erguido, apoyándonos con movimientos asociados con nuestra motricidad.
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Algunos de estos cambios que provienen del proceso de envejecimiento, y que no necesariamente ocurren a todos los seres humanos ni de la misma manera, son, por ejemplo, la disminución de la masa muscular, lo que impacta en la fuerza y en el equilibrio, especialmente cuando debemos hacer movimientos rápidos.
Otros cambios
Asimismo, los cambios en la visión como la disminución de la agudeza visual, frecuente cuando nos hacemos mayores, afecta la capacidad de mantenernos en equilibrio, al igual que enfermedades como la diabetes o el Parkinson y la neuropatía periférica.
Medline Plus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, señala que independientemente de la edad, problemas en el oído interno, infecciones, lesiones en la cabeza, alteraciones en la circulación sanguínea e incluso algunos medicamentos también pueden afectar el equilibrio. Y es que, a lo largo de la vida, es importante prestar atención a cualquier cambio en el equilibrio y tomar medidas para mantenerlo o mejorarlo.
Por qué es importante el equilibrio
Organizaciones y especialistas advierten frecuentemente que una de las primeras causas de caídas es la pérdida del equilibrio. Y es que no se trata de sentir por un momento que no se puede estar de pie, sino que los problemas del equilibrio nos hacen sentir que nuestro entorno gira, es inestable y en consecuencia nos podemos sentir aturdidos, mareados o con vértigo, así estemos sentados o recostados.
De hecho, algunos de los síntomas de los trastornos del equilibrio son, además, caerse o sentir que se va a caer, tambalearse al intentar caminar, sensación de desmayo o de estar flotando, visión borrosa y confusión o desorientación, se explica desde el Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación, y agregan que también se pueden presentar náuseas, vómito, diarrea, cambios en la frecuencia cardiaca y la presión arterial, e incluso miedo, ansiedad o pánico.
El asunto está en que, como se explica en un boletín de la Clínica Mayo, muchos sistemas del cuerpo están relacionados con el equilibrio: los músculos, los huesos, las articulaciones, los ojos, el órgano del equilibrio en el oído interno, el sistema nervioso, el sistema cardiaco. Si algo no está funcionando bien en nuestro cuerpo, es posible que se manifieste a través del equilibrio.
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Optimizar nuestro equilibrio nos ayuda a mejorar nuestro rendimiento en la actividad física y garantizar una vejez más segura ya que podremos prevenir caídas y posiciones corporales incorrectas.
Qué hacer para mejorar nuestro equilibrio
En primer lugar, es primordial destacar que, si sentimos que algo no está del todo bien con nuestro equilibrio, consultemos con el médico, quien podrá dar un diagnóstico adecuado y las respectivas indicaciones.
En todo caso, si no presentamos problemas de equilibrio, es valioso optimizarlo. Para ello, se recomienda la práctica regular de ejercicio físico, especialmente aquellos enfocados en fortalecer los músculos, mejorar la coordinación y la flexibilidad como el pilates. También ayuda la práctica de ejercicios que mejoran la marcha y también los que dan prioridad al equilibrio, como el tai chi, que además rejuvenece la función cerebral.
Prevención
Finalmente, y según destaca la Organización Mundial de la Salud, tanto para cuidar el equilibrio como la salud en general y prevenir las caídas, es esencial adoptar y mantener hábitos de vida saludable como evitar el sedentarismo, el consumo de sustancias psicotrópicas y verificar que no existan deficiencias de vitaminas.
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