Luka Modrić es uno de los pilares indiscutibles en el centro del campo del Real Madrid. Su trabajo le ha traído muchos dividendos al cuadro merengue, por lo que se convertirá en una leyenda del club.
Desde su arribo en 2012, el croata se ha entregado en cuerpo y alma a la institución madridista, formando un tridente de ensueño junto a Toni Kroos y Carlos Casemiro.
Modrić lo ha ganado todo con el Real, coleccionando un total de 17 trofeos, entre los que destacan cuatro Champions League, tres títulos de La Liga, así como cuatro Mundiales de Clubes.
Incluso, Luka tuvo una participación destacada en la Copa del Mundo de Rusia 2018, por lo que fue nombrado como el mejor futbolista del orbe con el Balón de Oro y FIFA The Best.
Con 36 años, Modrić sigue impresionando a los aficionados del Madrid, pues parece que su carrera no llegará al final, ya que cada vez está mejor físicamente.
En el último título ganando por el cuadro blanco, Luka fue pieza fundamental, al anotar un tanto en la victoria sobre el Athletic Club por 2-0, en la Supercopa de España.
Incluso, el croata fue nombrado el mejor jugador de la Final, añadiendo así un cetro más a su carrera.
Una infancia repleta de guerra
Estar en la cima del fútbol mundial ha sido una recompensa de muchos años de trabajo, pero no todo siempre ha sido tan bueno en la vida del centrocampista.
En su infancia, la guerra fue parte de su día a día, lo que le formó un carácter a la postre para sobresalir.
Luka llegó al mundo en 1985, seis años antes de la disolución de Yugoslavia y el nacimiento de Croacia como nación.
La guerra contra Serbia arrancó en 1991, prolongándose más de una década, provocando el fallecimiento de casi 200 mil personas.
Uno de los episodios más crudos en la vida de Modrić, fue ver como mataban a su abuelo, por lo que sus padres optaron por buscar la manera de escapar de los conflictos.
Su familia viajó a Zadar, en donde permanecieron en un hotel, donde Luka encontró en una pelota el consuelo por los acontecimientos sangrientos que vivió.
En el estacionamiento de ese recinto, el pequeño Luka pasaba horas jugando fútbol, siendo esa la disciplina que lo llevaría a soñar con el éxito.