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Síndrome VIP, el tratamiento que podría afectar a Donald Trump

Ser una persona reconocida por su condición social o política puede hacer que supere las decisiones o atenciones médicas.

Aunque Donald Trump se declaró curado de coronavirus para asistir al segundo debate presidencial y los médicos lo dieron el alta médica sólo tres días después de ingresar al hospital, lo cierto es que aún abundan dudas sobre el verdadero estado de salud del mandatario.

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Y es que, al ser una figura pública de renombre, el presidente de Estados Unidos podría caer en el llamado síndrome VIP, que ha afectado a personas de la talla de Prince, Michael Jackson y Steve Jobs.

Como sus siglas en inglés lo dicen, el término VIP se refiere a Very Important Person; es decir, una persona muy importante por su condición social, política y económica.

Es claro que Donald Trump entra en este prestigioso grupo, aunque en este caso puede llegar a perjudicarlo más que ayudarlo.

El mandatario ha recibido un tratamiento como pocos en el mundo para tratar el contagio del COVID-19.

Basta decir que, desde antes de enfermarse, su médico personal, Sean Conley, le prescribió hidroxiclorina, un fármaco que está comprobado que no consigue resultados positivos ni para tratar ni para prevenir el coronavirus.

Y una vez en el hospital militar Walter Reed recibió un coctel poco usual.

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En menos de una semana, sus médicos confirmaron que el empresario tomó anticuerpos monoclonales, aspirina, esteroides a melatonina, medicamentos experimentales a vitamina D o zinc.

Por si fuera poco, también ha recibido otros suplementos, que incluyen vitaminas, hormonas e, incluso, antiácidos.

Todo esto es una combinación que no todos los pacientes de COVID-19 suelen tener.

El 2 de octubre, el doctor Conley reveló que Trump recibió una dosis única de Regeneron, un coctel de anticuerpos experimental, que aún no es aprobado por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA).

El presidente también ha usado dexametasona y remdesivir, éste último tampoco tiene autorización de la FDA.

De hecho, la dexametasona es un esteroide que se suele utilizar a casos delicados y en periodos avanzados de la enfermedad.

Es por eso que se creó confusión el fin de semana por el estado de salud del mandatario. Aunque después los rumores cambiaron a que podría tratarse del síndrome VIP.

¿Qué es el síndrome VIP?

Este síndrome sucede cuando la importancia pública de una persona enferma u hospitalizada supera las decisiones y la atención médica.

Qué mejor forma de explicar este fenómeno que la salida de Trump del hospital, apenas tres días después de haber ingresado.

Su permiso para saludar a sus seguidores en un automóvil blindado, además de la variedad de medicamentos que le han suministrado se encuentran dentro de las características de este tipo de síndromes VIP.

Según una serie de estudios, por ello pasaron varias celebridades, desde Prince, Michael Jackson o Steve Jobs. Y aunque no hay ninguna evidencia sólida de que el de Trump sea uno de los casos, expertos advierten que su cargo pueda influir en las decisiones médicas.

El término se comenzó a utilizar a inicios de la década de 1960 por el doctor Walter Weintraub, quien estudió a través de la historia cómo “el tratamiento de un hombre influyente puede ser extremadamente peligroso tanto para el paciente como para el médico”.

Weintraub recurrió a casos célebres como el del rey Jorge III de Inglaterra, a quien le administraron una cuestionable dosis de remedios para su locura, o el rey Luis II de Baviera, quien también recibió una dudosa atención psiquiátrica.

Algunas celebridades que sufrieron el síndrome VIP

El tema no es menor, pues en algunos casos puede perjudicar la salud del paciente. Jobs, por ejemplo, se negó a que el cirujano le extirpara un tumor pancreático.

Conrad Murray, médico de Michael Jackson, fue acusado de asesinato involuntario, debido a que le prescribió propofol, un poderoso anestésico quirúrgico, para ayudarlo a dormir.

Mientras que el suicidio de Prince fue causado, según los forenses por “fentanilo autoadministrado”, un poderoso opioide que, según las investigaciones posteriores, fue recetado por su propio médico a sugerencia del paciente.

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