Natalia Wysocka / Metro Montreal
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Keidis tiene una voz calmada que sintoniza con su lema de siempre estar “nervioso pero relajado” antes de saltar al escenario.
Cuando nos encontramos, Anthony Kiedis estaba listo para presentarse en el Bell Center (estadio de hockey y de entretenimiento en Montreal, Canadá), donde estuvo la última vez con su banda hace cinco años, usando un sombrero de hongo, una camisa con palmeras con colores playeros para emular el aire sereno de California.
Fue hace 10 años cuando el cantante, compositor y miembro fundador de los Red Hot Chili Peppers se mudó del centro de Los Angeles a una casa cerca del mar.
“No puedo imaginar vivir en otro lugar. No está en mí. Hay tantos lugares preciosos que visitar, ciudades, montañas, ríos… pero necesito estar ahí, despertarme ahí. Cuando la brisa marina entra por mi ventana me siento como en casa ‘y’ estar cerca del agua es inspirador. No importa si es un río, un lago, el mar o una tina”, dice.
Para su undécimo álbum de estudio, The Getaway, Anthony y su grupo han revelado algunas nuevas características. Después de 25 días de trabajo en colaboración con el renovado productor musical Rick Rubin, la banda está ahora trabajando con Brian Burton, mejor conocido como Danger Mouse, un respetado director de la escena musical quien ha colaborado con Black Keys y con el guitarrista de los Chili Peppers Josh Klinghoffer, quien ha tocado en Gnarls Barkley. ¿Por qué el cambio? Sus ojos parecen decir “por todo”.
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“Es algo distinto. Al principio, tuvimos el difícil trabajo de anunciárselo a Rick, quien es un buen amigo. Y como segundo elemento, quisimos conocer a Brian profesionalmente. ¿Que su hubo poca química, mala comunicación o miedo a trabajar juntos? La respuesta es sí”.
Adaptarse al cambio
En todo caso, a sus 54 años, esas preguntas o percepciones son menos. Anthony ha tenido que adaptarse a “una manera distinta de hacer canciones”.
“Cuando entramos al estudio, teníamos 25 canciones y Brian nos dijo: ‘Hay 15 que no me interesan’, por lo que tuvimos que sacarlas. Pero la reacción inicial fue ‘Eeeh, amo esas canciones’”.
Entre las que quedaron, una fue la canción principal, The Getaway. Es la favorita de Brian y la que tiene un mayor nexo emocional. Tiene “un alma de rock n roll”. “Brian ama ‘Dark Necessities’, la que es por lejos la mejor canción del álbum. Mientras que nuestros consejeros y productores tienen una fuerte preferencia por ‘Go Robot’”.
Una melodía hace una referencia fuerte a Alice Cooper, o mejor dicho, a su maquillaje. Contexto: En la canción “Go Robot”, Anthony se refiere a una chica que está llorando, y que tiene un rostro manchado de rímel y trata de entonar esa vieja y legendaria canción “School’s Out”.
“Alice Cooper es parte de mi historia”, recalca el cantante. “My padre trabajó con él cuando yo era niño. Me metí en uno de sus shows en Los Angeles”.
Esa niñez la cuenta en Scar Tissue, una autobiografía en la que abre su corazón, y que fue escrita en colaboración con el autor Larry Sloman.
La infancia y el rock
El libro, publicado en 2004, habla sobre su padre, quien vivió una vida a máxima velocidad. Un actor carismático, traficante de drogas, amigo de innumerables directores de cine, escritores y rockeros. Una vez, cuando tenía 12 años, Anthony se quedó toda la noche con él y despertó a las 06:45 de la mañana, para ir a la escuela, en una casa llena de invitados todos borrachos y durmiendo en cualquier parte.
“Fffffiou, era intenso, muy intento”, dice el músico. “Emocionalmente, los niños no están preparados para enfrentar el mundo adulto y navegar a través de su realidad. Pero al mismo tiempo, había mucha magia ahí. Fui llevado a una situación y no tenía elección. Tenía que crecer”.
Creció rodeado de actores, Sonny Bono, Cher, entre otros. Y el legendario Keith Moon, baterista de The Who. “Un hombre encantador lleno de compasión”.
“No tenía suficiente experiencia y conocimiento para admirarlos. Eran solo adultos”, dice. “Y eso es lo que más me gusta de hablar con niños, quienes no tienen ideas preconcebidas. Solo saben quien eres por cómo eres en el momento”.
Incluso se espera en términos de sueños, Anthony Kiedis dice que no le gusta analizar. No más que lo que la gente debería hacer con sus letras.
«No es cosa mía, como dijo Nick Cave, no debemos asustar a la musa, asustarla, evocarla».
Cuando era joven, me encantaba escuchar la radio en el auto. Todavía lo hago. Pienso que era 1973, mi papá iba al volante y escuchábamos canciones pop preciosas en nuestra radio AM. Sin pensarlo, dije puntualmente: ‘Esto es lo que quiero hacer con mi vida. ¿Dónde debería cantar?”
«Ahora es imposible ser genial»
¿Crees que las cosas hoy están sobre analizadas? “Oh sí. Todo está bajo la mirada. Hay 10 millones de críticos en la carretera de la información. Es otro mundo”.
Anthony cita al guitarrista de Eagles, Jow Walsh, quien cree que “ahora es imposible ser genial”.
“El rock and roll fue hecho para que sea un elemento integralmente genial. Pero eso ha desaparecido. Internet se ha encargado de que así sea. Deberíamos haberlo cultivado y mantenido vivo. Ahora, puedes apretar un botón y decir ‘debería ser así ahora’”.
Cantando con su hijo
No pareciera que el líder de Chili Pepper cambie de opinión y el que más se involucre será su hijo, Everly Bear, de 9. Lo ama y recientemente han cantado un par de veces en el escenario. «Mi corazón estaba a punto de estallar», confiesa Kiedis con una gran sonrisa.
“Estaba preocupado por él y le pregunté varias veces ‘¿estás seguro? ¿Has practicado lo suficiente?’ Y el siempre respondía con naturalidad ‘Papá, sé cómo hacer esto’”.
Después de todos estos años, Anthony también sabe exactamente cómo funciona esto. Ya sabe la pregunta clásica: “¿De cuál canción o de cuál álbum de los Chili Pepper’s te sientes particularmente orgulloso?”
A lo que responde: “Me encantan todos. Son como mis hijos”. De todas formas, siempre agrega una pequeña variación.
“Me gusta considerar nuestro trabajo como un todo. A veces escucho una canción u otra, y releo las letras y pienso ‘Woooo, ¿en qué estaba pensando? No es nuestro mejor trabajo, pero a veces digo ‘Oh, yo escribí esto, ¡y no está tan mal!’ Y ese es un gran sentimiento”.