La lucha libre en todo el mundo ha tenido que cambiar la manera de llevar a cabo sus funciones.
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La pandemia por coronavirus condenó las acciones en todo el orbe, pero los luchadores han tenido que batallar para no perder su fuente de ingresos.
Lucha libre tuvo que cambiar su plan de desarrollo, ante la crisis del COVID-19
Los altos mandos de las distintas organizaciones se pusieron a trabajar a marchas forzadas, con la idea de darle un giro a su desarrollo y encontrar los canales necesarios para no parar.
La Triple A renovó sus conceptos; de hecho, encontraron en internet el canal idóneo para poder seguir dándole una alegría a la gente.
Además, lanzaron las autoluchas, un concepto en el que los aficionados pudieron asistir a ver una función, con la diferencia de que todo lo presenciarían desde su carro.
Cuando el semáforo epidemiológico lo permitió, la gente asistió al Autódromo Hermanos Rodríguez para poder ver el regreso de sus héroes a los encordados.
Incluso, la Triplemanía XXVIII se celebró en la Arena Ciudad de México, pero sin la afición en las gradas.
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Sin embargo, la tres veces estelar organizó una función totalmente digital, por lo que en su canal de YouTube miles de espectadores pudieron ser parte del evento.
“La AAA comenzó como una empresa de lucha libre que presentaba eventos en vivo y se terminó convirtiendo en una empresa que tenía eventos online y que tenía que vender patrocinios. Hoy somos una empresa que necesita generar contenido constantemente a diferentes plataformas.
WWE, puso el ejemplo
La empresa estadounidense, WWE, fue la única marca deportiva que no frenó actividades en toda la crisis sanitaria.
Incluso, cuando todas las organizaciones bajaron el telón, en todos los deportes, la lucha libre fue la vía de escape para los problemas que el mundo estaba teniendo.
WrestleMania 36 será el evento que la memoria de los aficionados no olvidará, ya que aquellos 25 y 26 de marzo, millones de fanáticos encontraron consuelo en su PPV.
Las superestrellas de WWE salieron dispuestos a divertir un rato al público, por lo que se convirtieron en héroes mundiales al ser un distractor necesario para las personas.
Vince McMahon y compañía trabajaron a marchas forzadas, encontraron la mejor vía para cuidar a sus atletas, por lo que siguieron dando shows.
En los primeros meses las gradas lucieron vacías, hasta que encontraron la fórmula para darle vida a los espacios vacíos.
Aficionados cibernéticos
La organización nombró “ThunderDome” a su idea, en la que cientos de pantallas trajeron de vuelta a los fans.
Todo nació porque los estetas se sintieron incomodos con el silencio; incluso, era raro ver en las transmisiones a los atletas en el cuadrilátero sólo con el ruido de su voz.
“El primer día en un show no se escuchaba el audio del público. Bayley se acercó a mí y dijo que se sentía incómoda. Todos nos habíamos acostumbrado a los gritos que generaban los chicos de NXT, si bien era un público pequeño, daban ese empuje que necesitaban los luchadores arriba del ring.