En las tribunas, rejas y detrás de las porterías de la cancha sintética lucen colgadas grandes banderas del arcoíris. En el terreno de juego Halcones y Didesex sostienen un aguerrido encuentro, se respira un ambiente de integración, libertad y aceptación.
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El Deportivo Cuauhtémoc es la casa de la Ligay (Liga Mexicana de Fútbol Gay), la primera en la Ciudad de México que cuenta con tres grupos para la comunidad LGBTTTI (Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transgéneros, Travestis, Transexuales e Intersexuales)
El primero está conformado por varones gay, con ocho equipos, entre los que se encuentran los Zorros, Halcones, Azkatl y Growbear.
Pero lo innovador de la Liga, que nació en febrero pasado, es que dio apertura a un torneo para lesbianas que ya cuenta con ocho equipos, entre los que destacan la Peste Negra, Tránsito CDMX y Diversex. Además de que tienen planeado crear un campeonato para personas trans que hasta ahora cuenta con cuatro equipos. Quieren romper estigmas.
“Siempre tenemos las puertas abiertas por lo que la comunidad hetero puede ver sin problemas los juegos. Llegan niños y les preguntan a sus padres el motivo de las banderas de arcoíris; los papás y nosotros explicamos que se trata de personas que tienen preferencia por su mismo sexo. Es una actitud lúdica y proactiva que trata de evitar prejuicios y sostener que somos un sector común entre la sociedad”, dijo Edgar Merchand, coordinador general de Ligay MX.
Lucha contra tabúes
Con la pelota rodando sobre el césped, los forcejeos comunes de un partido y los gritos y emociones que brinda el gol, el fútbol es el pretexto ideal con el que la comunidad LGBT se muestra tal y como es, sin ocultarlo como ocurre en otras ligas amateur y profesionales.
“En otros equipos como en la Liga Mayor, que existía antes de la Liga MX femenil, te piden que no muestres tus preferencias, incluso que seas limitada en tus redes sociales; te condicionan. Aquí puedes mostrarte con libertad tal y como eres sin ocultar nada y sin el miedo a ser discriminado”, dice Paola Jovana Arredondo, una chica lesbiana de 25 años que juega desde los cinco años de edad.
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Desde pequeña, Paola ha vivido pegada al balón, la mayoría de las veces jugó con personas de su sexo opuesto por lo que no tardaron en llegar las críticas. “Eres machorra, eres hombre”, le gritaban mientras manejaba el esférico.
La maestra de educación física confiesa que a pesar de que la discriminación para las lesbianas ha disminuido, aún muchos tabúes en la sociedad mexicana. “Te puedo asegurar que en casi todos los equipos femeninos la mayoría de las chicas son lesbianas o han tenidos experiencias lésbicas, pero aún les cuesta aceptarlo, todavía hay limitación o miedo por los contextos que las rodean”.
Fútbol como diversidad
Pero Paola se muestra feliz de que se abran puertas como la Ligay, un espacio para la comunidad LGBT. “Me siento orgullosa, puedo decir que es una Liga para mí, donde resalta la diversidad y puedes ser tú”.
“Jamás pensé jugar fútbol como trans porque la discriminación es fatal”, confiesa Noemi Arzate Miranda, activista y servidora pública de la alcaldía de Azcapotzalco que ahora tiene 10 años jugando el balompié.
Noemi es una de las precursoras del fútbol para LGBT en la Ciudad de México. Ahora llevó al equipo Azcap. México Trans a la Ligay, pero desde casi una década ha jugado en equipos gay. A ella, como a muchas otras personas de la comunidad, el deporte le cambió la vida.