Estilo de Vida

Conoce a la “Barbie Dominatrix”: la mujer que gastó más de 70 mil euros en su cuerpo para castigar a los hombres ricos

Marcela Iglesias vive en la ciudad de Los Angeles, California donde ha logrado desenvolverse en un mercado bastante peculiar: el de la dominación.

Barbie
Barbie Dominatrix

La historia de la “Barbie Dominatrix” es sin duda una de las más curiosas que verás en mucho tiempo, pues la mujer se propuso transformar por completo su cuerpo a través de una larga lista de cirugías plásticas que le acabaron costando una fortuna, para ahora dedicarse a, como ella misma lo dice, “castigar a sucios hombres ricos”.

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Marcela Iglesias vive en la ciudad de Los Angeles, California donde ha logrado desenvolverse en un mercado bastante peculiar, el de la dominación en el BDSM, pero su éxito no se ha construido de la noche a la mañana, pues le ha costado un gran esfuerzo y alrededor de uno 81 mil dólares en cirugías a lo largo de los años.

Marcela Iglesias, la “Barbie dominatrix” que acapara las redes con sus increíbles looks y particular estilo de vida

A sus 42 años de edad, Iglesias asegura que “Siempre ha sido una fantasía mía convertirme en dominatriz, me encanta estar a cargo. Me siento poderosa e importante cuando humillo a los hombres; tener este tipo de control es súper sexy”.

Inicialmente, la mujer consiguió bastante fama por su gran cantidad de operaciones y la forma en la que logró tener un gran parecido a Barbie, la mundialmente famosa muñeca, pero ahora humilla a hombres de algunas de las industrias más grandes del mundo y parece estarle yendo bastante bien.

“A mis fans les encanta el lado oscuro de mi look de Barbie porque es algo que no han visto antes. Quieren que los regañe y los rebaje. No pueden hablar y tienen que hacer lo que yo quiera” concluyó Iglesias, que asegura estar más feliz que nunca.

La íntima relación de Marcela Iglesias con sus fans y clientes

Todo comenzó luego de unirse a Onlyfans, algo que su esposo apoya al igual que su trabajo como dominatrix, del cual comenta que “Ser una dominatrix es como una terapia para mí y para los clientes también. Libera el estrés y al mismo tiempo abre la expresión de aquellas fantasías que no pueden cumplir con sus parejas”.

Marcela concluyó contando como todo surgió de ella simplemente dando una oportunidad a las peticiones, pues “como no hago desnudos, un par de ellos me preguntaron cómo me sentía acerca de ser dominante. Siempre ha sido una fantasía mía, así que dije ¿por qué no?”.

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