La rosácea es un trastorno inflamatorio facial que provoca erupción cutánea, sensación de quemazón, pústulas y granitos de la piel de los pómulos, nariz, mentón y frente. Es considerada como una patología crónica que aparece con más frecuencia en personas de mediana edad entre los 30 y los 50 años y en diferentes grados de complejidad.
Se estima que más de 40 millones de personas a nivel mundial sufre de dicha afección inflamatoria, multifactorial y crónica de la piel que hace que el 21% de los pacientes evite la exposición social por vergüenza. Su manifestación se caracteriza por la aparición de manchas oscuras y solares, ambas como resultado de la hiperpigmentación y que normalmente se multiplican en la época del calor.
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Cuidados y prevención
El 30 % de los casos de rosácea son por antecedentes familiares, lo que hace que este porcentaje de afectados tenga indudablemente la problemática, aunque haya muchos cuidados. Sin embargo, mientras más precaución y seguimiento médico se puede controlar más y disminuir su presencia, por ello, es importante que todas sus víctimas eviten:
· Comidas picantes.
· Ingerir licor.
· Las temperaturas extremas (mucho frío o calor).
· Exceso de exposición solar.
· Episodios marcados y constantes de estrés.
· Algunos cosméticos que causen efectos secundarios.
· Algunas drogas, especialmente las que dilatan los vasos sanguíneos, como los prescriptos para la presión arterial.
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Manifestación
· Episodios de rojez facial que duran más de 10 minutos en respuesta a estímulos específicos (sol, calor, estrés, alimentos picantes, bebidas alcohólicas, etcétera).
· Picazón o ardor frecuente de la piel de la cara ante la aplicación de productos (cremas, lociones, entre otros).
· Aparición de pápulas y pústulas (granos) en las mejillas y la nariz.
· Presencia de granos profundos en el rostro.
· Engrosamiento de la piel con dilatación de poros en la nariz, mentón u orejas.
· Diversas manifestaciones oculares como ojo rojo, ojo seco o granos en las glándulas de las pestañas.