La Reina Isabel II, que murió el jueves a los 96 años, tenía una de las colecciones privadas de joyas más grandes y caras del mundo, y en el centro hay alrededor de 50 impresionantes tiaras. Lo que sucederá con estas tiaras y quién las heredará depende de la colección de joyería de la que provengan.
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Algunas de las piezas, sus coronas y broches, así como mazas y anillos ceremoniales, forman parte de las Joyas de la Corona, que se exhiben en la Torre de Londres y son observadas boquiabiertas por alrededor de 2,5 millones de turistas al año.
Artículos Reales
Esta valiosa colección de artículos principalmente ceremoniales, algunos de ellos con una antigüedad de 800 años, no pertenece a una persona sino a la Corona y a quien sea el monarca.
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Del mismo modo, está la Colección Real, que contiene la mayor parte de las extensas obras de arte de la familia real —la colección privada más grande del mundo— y sus joyas. En total, constituye más de 1 millón de objetos, algunos de los cuales se remontan a la época de Enrique VIII.
Colección Real
La Colección Real se divide en sí misma en dos partes. La mayor parte de los artículos están en fideicomiso del monarca de la época. Y luego está la colección personal de la reina.
Esto se compone principalmente de artículos que heredó o que le regalaron miembros de la familia (su abuela, la reina María, era famosa por su amor por las joyas y era una fanática particular de las tiaras) o que compró ella misma. Se cree que muchas de las reconocibles tiaras de la reina Isabel están en su colección personal, por lo que, en teoría, podría dárselas a quien quisiera.
“Es probable que quiera pasar artículos de su colección privada a sus seres queridos”, dijo el comentarista real Josh Rom a The Post. “La mayor parte de la colección pasará a Charles, con Camilla como su reina consorte, y luego a Kate, por lo que no les quedará nada grande [en el testamento]”.