En la década de los años 90, dedicarse a la lucha libre como mujer no era una tarea sencilla, pues era un negocio en el que los hombres dominaban a placer.
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Por ello, la incursión de las féminas trajo una revolución en el cuadrilátero, pues muchas sólo eran vistas como modelos y no como atletas.
Sin embargo, esos pensamientos se modificaron poco a poco, cuando varias demostraron que tenía el talento necesario para ser parte de las grandes empresas.
Una de las precursoras fue Jacqueline Moore, quien arrancó su carrera en WCW, empresa que a la postre sería absorbida por WWE.
Para 1998, Vince McMahon negoció con ella para llevarla a su empresa, ya que la consideró un pilar en la construcción de la división femenina.
Al poco tiempo de arribar a la compañía, Jacqueline se enfrentó en un mano a mano con Sable, para disputar el cincho de mujeres, combate en el que salió vencedora.
Aunque su legado sólo duró dos meses, la afición la recuerda como la chica que revivió el cetro femenino, que había quedado en el olvido por el poco protagonismo que le habían dado.
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Su gran manejo en los encordados poco a poco la fue ascendiendo, al grado de convertirse en una de las atletas favoritas de la afición.
Para 2003, Moore se convirtió en la primera esteta que fue incluida en la lista de los mejores 500 luchadores del momento, galardón que otorgaba la prestigiosa revista Pro Wrestling Ilustraded.
Pero su gran momento llegó en 2004, cuando le arrebató a Chavo Guerrero el cinturón varonil de peso crucero, un hito que no se ha vuelto a repetir en WWE.
Así, Jacqueline volvió a poner su nombre con letras doradas, al ser la primera dama que se hacía con un cetro para hombres en la compañía.
Su carrera como profesional ha sido inspiración para las nuevas generaciones, quienes ahora integran los eventos más destacados de la empresa.
“Nunca contraté a una mujer más valiosa que Jackie Moore, nunca. Nunca llegaba tarde. Ella era una profesional. Podía luchar con cualquier persona de cualquier género con la que quisieras ponerla, y salía, trabajaba cómodamente, fundamentalmente sólida. Ella marcó una gran diferencia.
“Me alegro de que esté en el Salón de la Fama y desprecio el hecho de que la gente diga ‘estaba porque tenían que incorporar a una mujer, y una fémina negra es incluso mejor’. Eso es una tontería. Entró ahí por todos sus años de servicio en el negocio de la lucha libre, tuvo muchas contribuciones. Así es como yo lo veía”.
— Jim Ross, exdirector ejecutivo de WWE