M Oksana Masters enfrentó grandes adversidades desde que llegó al mundo. Nació en 1989, en Ucrania, tres años después del accidente nuclear de Chernóbil.
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Esto trajo fuertes problemas en su desarrollo, ya que la radiación provocó que sólo tuviera un riñón, seis dedos en cada pie, además, su pierna izquierda es 15 centímetros más corta que la derecha y no tiene tibias.
La atleta ucraniana se consagró en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020
Estas malformaciones trajeron serios problemas en su vida, por lo que tuvo que someterse a varias cirugías. Lamentablemente en una de ellas tuvieron que apuntarle las piernas, por encima de las rodillas.
Los primeros siete años los pasó de orfanato en orfanato, en los que no tuvo un camino tan sencillo, ya que el trato era hostil y sufría de maltrato.
Vivir en carne propia la soledad le forjó un carácter para no dejarse vencer por nada, pese a que las noches en aquellos rincones eran crueles, rodeada de una realidad que no pidió.
Oksana sentía que su cuerpo no le pertenecía, pues las múltiples malformaciones la hacían sentirse vacía en todo sentido. Sin embargo, en la adolescencia comenzó a tatuarse y esto la ayudó a apropiarse de su organismo, ya que la tinta simboliza cada una de las decisiones tomadas en su vida.
Al ser adoptada por Gay Masters, su rumbo tomó un camino diferente, porque emigró a Estados Unidos, en donde el amor fue el ingrediente que la sacó adelante.
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Al poco tiempo, Oskana conoció el deporte, lo utilizó como un auxiliar para olvidar su desgracia, por lo que fue un cambio que la ayudó a fortalecer su mente.
Con 31 años, la ucraniana ha dejado un largo historial de galardones, pero hace algunos días consumó su carrera, al consagrarse en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, ganando la medalla de oro en ciclismo contrarreloj H4-5.
Aunque las cicatrices están presentes en su cuerpo, esto no ha sido un impedimento para luchar por sus sueños.
Incluso, quiere ser una referente en el deporte mundial; sobre todo, en las disciplinas paralímpicas, todo con la intención de ser un ejemplo para aquellos jóvenes que no ven futuro en su vida.
“Los deportes me permitieron ver cómo el cuerpo tiene un poder que nunca debe ser sobrestimado. Cada tatuaje que tengo está repleto de mis decisiones y todos representan una parte de mí. Mis nuevas marcas, como yo elijo llenar mi cuerpo de dibujos, es cómo quiero contar mi historia.
“No quiero que la próxima generación de niñas y niños crezcan sin tener a esa persona a quien admirar y querer, a la que aspirar. Todos los niños tenían una foto de Michael Jordan en la pared. ¿Por qué no puede ser algo normal que sea alguien que ha tenido un accidente o ha nacido sin alguna parte de su cuerpo?”.
— Oksana Masters, atleta ucraniana paralímpica